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Trascender o Ser Reconocido: Un Dilema que Invita a la Reflexión.

A menudo, quienes acompañamos procesos de desarrollo humano —como mentores, coaches, docentes o terapeutas— nos encontramos reflexionando sobre el verdadero sentido de nuestra labor: ¿Buscamos trascender o ser reconocidos? Esta pregunta, sencilla en apariencia, puede abrir profundos espacios de autoconocimiento.

Trabajando esta inquietud con mi coach, experimenté una confusión momentánea entre ambos conceptos. Investigando, descubrí que la trascendencia implica ir más allá de los límites del espacio-tiempo, dejando una huella que trascienda la existencia física. El reconocimiento, en cambio, es la distinción o agradecimiento que recibimos de los demás por nuestras acciones.

Durante mucho tiempo, creí que los reconocimientos que obtenía eran prueba de estar en el camino de la trascendencia. Sin embargo, en momentos de profunda reflexión, percibía que algo esencial faltaba. Me ayudó a aclararlo una analogía que valoro especialmente: en el mundo de los negocios, la verdadera rentabilidad es consecuencia de generar valor genuino, no de perseguir el beneficio como fin último.


Así comprendí que trascender no debe ser un efecto buscado del reconocimiento, sino un acto consciente de generar valor en la vida de otros, más allá de las recompensas visibles. Trascendemos cuando dejamos un legado de transformación, no simplemente cuando recibimos aplausos.

En nuestro rol como agentes de cambio, el desafío es claro: trabajar cada día para trascender a través de la entrega, no para ser reconocidos. Porque el verdadero impacto no se mide en homenajes, sino en huellas invisibles que perduran en quienes tocamos.

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